La poesía de Edison Rodrigo mantendrá nuestros sentidos bien despiertos. Sus versos serán un motivo para encontrarnos entre la esperanza y el fuego. El escritor Herrera Rosas dejará con su legado un tesoro para arder y no rompernos en el intento. I A mí me han juzgado y condenado por lo que era, quizá por lo que hice y ya pagué, y esa sentencia presente ha sido arbitraria, porque han condenado ahora a un inocente. Mi pasado ha sido y sigue siendo Una suerte de venganza contra mi futuro. AHORA Voy por los caminos, con mis sentidos bien despiertos, viviendo al tiempo, sintiendo lo que me mueve que me conmueve, y atento, a quien y en que parte del mundo dejaré mi corazón II Estaba llorando, porque así lo hago, Porque así lloramos los rotos, Un día cualquiera nos caemos, Nos rompemos, Y caminamos por el mundo pretendiendo indiferencia Ante el dolor que nos lleva a modernos la lengua… el alma. III Aún conservo la esperanza de encontrar A alguien que odie lo que odio,
La poesía de Antonio acaricia el mundo, el principio y el instante. Los versos del escritor Manzano lo encontraremos en boca de todos los amantes y en los demás restos desolados. La razón habita en sus palabras y se convierte en sustento del lector sin pedir ni dar explicaciones. Bienvenidos a la sonrisa, al suspiro y al silencio. 1 La lógica mortal de víctima y verdugo exige regresar, y uno quisiera disponer del tiempo saber en qué momento se jodió el Perú, conocer, ordenar este naufragio, sus desolados restos son mis restos, me permiten vivir. Ni siquiera sé si cambiaría algo, quiero decir, sí alteraría nuestra vida sabiendo lo que sé. Volver al principio, aquel instante donde todo era amor, todo era vida, alumbramiento, y tu adviertes la locura de la crueldad. Arrancarla de cuajo, sostenerla, mirar su corazón, ver, escrutar, diseccionarla, saber si esa palabra es mi sustento y amor en mí sirve de nada. Ni siquiera sé cómo ha crecido, como arrasa en nosotros trasmutada en dolor